Nombre común: Planta paracaídas – Planta sombrilla
Resulta un magnífico ejemplar para interior por su pequeño tamaño y que además no exige de cuidados especiales.
Es muy decorativa y posee una original floración, aunque tiene un crecimiento algo pausado.
Todas las especies del género de las Ceropegia gozan de una floración singular, la de esta planta tiene forma de paracaídas o sombrilla.
Formaba parte de la familia de las Asciepiadaceae, en la actualidad se encuentra botánicamente incluida en la Apocynaceae.
Es una trepadora de tallos inestables, incapaces de mantenerse erguidos, por ello en su estado natural progresa de forma rastrera.
No obstante es más decorativa si se la coloca en una esta colgante o bien se utiliza una pequeña espaldera para ir sosteniéndola a medida que crece.
Se trata de una planta de escasas hojas con una condición perenne y de pequeño tamaño; tanto ellas como los redondeados tallos son suculentos.
Las hojas son carnosas y forma acorazonada, de color verde oscuro en el haz y algo más calor en el envés, y como sucede con la Ceropegia woodii, nacen distanciadas las unas de las otras.
Su etapa natural de floración sucede al final del verano o comenzado el otoño, pero eventualmente puede presentarse alguna flor fuera de ese periodo.
Las insólitas flores tienen un tubo en forma de embudo, al final del cual están dispuestos cinco pétalos fusionados de color amarillo verdoso con pequeñas manchas verdes, los pétalos están rodeados de unos finos pelillos.
Los insectos polinizan las flores cayendo en el fondo del largo tubo donde unos pelos evitan que le insecto se escape, una vez la flor está polinizada el insecto puede salir.
Necesita una ubicación muy luminosa, incluso con algo de sol matinal, no colocarla en verano en zonas demasiado soleadas que puede llegar a quemarla.
No hay que abonarla en exceso, durante su periodo de crecimiento con una vez al mes es suficiente y vigilando la cantidad de fertilizante.
Hay que utilizar un abono propio para cactus y plantas crasas, usando dosis moderadas.
Le gusta las temperaturas cálidas, por lo que no se debe exponer al frío. Durante el periodo invernal inicia una especie de descanso, haciendo un parón en su desarrollo que vuelve a retomar con la llegada de la primavera.
Entre el otoño e invierno los riegos serán esporádicos, humedecer el sustrato sólo lo justo para que no se seque del todo.
Esta especie prefiere los ambientes húmedos pero que el sustrato se mantenga sólo ligeramente humedecido.
Los riegos deben realizarse con moderación y sólo cuando se observe el sustrato está seco; es muy importante no saturar el suelo porque favorece la pudrición de los tubérculos.
Lo ideal es cultivarla en una maceta no demasiado profunda y con un compuesto de buen sustrato y arena a partes iguales.
Se multiplica mediante la división de la mata o bien por esquejes, ambas prácticas son sencillas y fructíferas.
Vía: http://plantayflor.blogspot.com.es/
Autor: Carmen Pereira