Nombre común: Flor de cera – Flor de porcelana – Cerilla
Es originaria de una región del Himalaya, por lo que tiene una buena tolerancia al frío y no necesita mucho calor, no obstante lo tolerará en cierto grado. Pertenece a la familia de las Apocynaceae.
Es una planta de naturaleza epífita, y puede decirse que su desarrollo es algo lento, pero con el tiempo sus tallos pueden alcanzar más de 1m. de longitud.
Esta especie crece más lentamente que otros componentes del género, tiene tallos delgados y hojas verdes oscuras, carnosas, de gran longitud y peludas, las cuales son cóncavas por la parte superior y redondeadas por la inferior.
Las inflorescencias tienen un aspecto menos redondeado que otras Hoyas, éstas son numerosas y están formadas por flores bastantes pequeñas.
El grupo posee plantas que gozan de floraciones de intensa fragancia, algunas incluso son algo empalagosas aunque a mucha gente le agrada, en cambio el perfume de esta Flor de cera es delicado con un sutil toque de limón.
El perfume de estas plantas se intesifica por la noche.
Las umbelas pueden tener agrupadas unas pocas flores hasta un número bastante considerable. Las flores de tacto ceroso tienen cinco pétalos de forma triangular, blancos con centros en forma de estrella de color carnoso.
No es conveniente mover la planta cuando está formando los primeros brotes florales, por lo general las Hoyas no responden bien a los cambios de emplazamiento durante esa fase y suelen reaccionar perdiendo brotes y flores.
Necesita de una iluminación muy intensa ligeramente difusa, no sol directo. Le gusta los ambientes húmedos pero con una buena ventilación ya que es una planta suculenta.
La humedad elevada debe centrarse sólo en el entorno no el sustrato.
Conviene regar regularmente en verano y en invierno muy escasamente. Lo ideal es que la mezcla de sustrato esté compuesto por una parte de arena para evitar la saturación de agua.
El abonado debe efectuarse de forma exigua, bastará con pequeñas aportaciones mensuales entre la primavera y mediados del verano, en otoño emplear un fertilizante rico en potasio para favorecer la floración.
Es a partir del otoño con el preludio del frío y con días más cortos cuando aparece la floración de esta Hoya. El tallo de la inflorescencia vuelve a florecer y por consiguiente no debe quitarse.
Su crecimiento permite que se la coloque en una maceta colgante donde mostrará una gran belleza, o bien colocarle algún puntal para apoyar sus flexibles tallos.
Dado el carácter lento de su crecimiento es mejor plantar varias plantitas en una misma maceta.
Para la propagación se emplean esquejes apicales de los tallos, los cuales arraigan fácilmente si se mantiene una temperatura cálida, entorno a 21º C y una humedad escasa en el sustrato.
Vía: http://plantayflor.blogspot.com.es/
Autor: Carmen Pereira