Como sabes, la luz es un elemento fundamental para las plantas, ya que les permite procesar los nutrientes del suelo y convertirlos en su alimento. Sin embargo, no todas las luces son iguales, ni todas las plantas necesitan la misma luz.
La natural es la más intensa y poderosa, por lo que es importante procurar que todas las especies acceda a ella al menos durante algunas horas al día. También hay que tener en cuenta que la luz es diferente dependiendo de la época del año, el momento del día, la región y, en el interior, el color de las paredes y los muebles, la presencia de espejos y las superficies acristaladas. Tanto el exceso como la falta de luz pueden ocasionar consecuencias negativas en las plantas. Te contamos cuáles a continuación.
Exceso de luz
Como te acabamos de comentar, un exceso de luz en tus plantas puede provocar que estas no se desarrollen como deberían. Demasiada luz puede provocar que las hojas pierdan su tono verde y se vuelvan blanquecinas, con bordes marrones y manchas pardas. Por otro lado, se reduce el tamaño del ejemplar, a veces se arruga e, incluso, se puede quemar. Como consecuencia, la planta tenderá a crecer orientada hacia al lado opuesto a aquel de donde recibe la luz.
Falta de luz
En cambio, si la planta recibe menos luz de la necesaria, ésta se verá débil: florecerá poco a poco y las flores serán muy pequeñas, cayendo antes de haber completado su desarrollo. Por otro lado, los tallos serán débiles y delgados y las hojas se pondrán amarillas y caerán pronto.
La luz a todas partes
Además de procurar que la planta reciba la luz adecuada, es importante que ésta llegue a toas las partes de forma igual. Si solo una parte recibe la luz, todo su desarrollo tenderá a desviarse hacia el lado iluminado.
Vía: http://jardinplantas.com
Autor: Ana Pérez