Se trata de una especie de siempreviva originaria de Marruecos. Península Arábica, Etiopía e Islas Canarias. Pertenece a la familia de las Crasuláceas y también es conocida como Aeonium arboreum «Schwarzkopf», cabeza negra en alemán.
Su peculiaridad más llamativa es su color púrpura oscuro, que en muchas ocasiones se vuelve prácticamente negro.
Es una planta suculenta que puede superar el metro de altura, formada por tallos leñosos de color gris a rojizo, rematados por rosetas de hojas negras en forma de flor. Los tallos, a medida que la planta crece, se van desnudando de hojas, que se concentran en las coronas superiores.
Durante la primavera florece con racimos de pequeñas flores amarillas, contrastando con el color de sus hojas.
Puede cultivarse tanto en suelo, como en macetas o jardineras, siempre con un sustrato bien drenado, con árido grueso, fibra de coco o material que no permita que la tierra se comprima con la humedad.
Es una planta que requiere pocos cuidados, pues es resistente a la sequía, aunque en los meses cálidos conviene regarla, dejando siempre secarse la tierra entre riegos.
Una de las condiciones para que la rosa negra presente su peculiar color es mantenerla a pleno sol, ya que de lo contrario, sus hojas se volverían verdes. Durante el invierno, hay que protegerla de las heladas.
Se puede multiplicar por semillas, aunque lo más habitual es hacerlo por esqueje, plantado en la tierra directamente a comienzos de primavera.
Vía: http://www.plantasyjardines.es/
Autor: Maika